El pasado siempre vuelve.

Siento que estoy a punto de explotar. Siempre es igual. No puedo seguir así. Cuando consigo levantar cabeza resulta que todo se vuelve a desmoronar. Y cuando todo se cae, no hay fuerza en el mundo que consiga pararlo. Y ni siquiera sabes de lo que hablo. No puedes ponerte en mi piel. No puedes entenderme. Tampoco ayudarme. Tengo la sensación de que cada día será igual. Que para mí no hay un final feliz, que todo se basa en mentiras, frustración, rabia, dolor, silencio... Palabras que nunca saldrán de mi boca. Gritos y llantos que sólo guardo para mí. No quiero seguir así. Me estoy haciendo daño. No puedo seguir mintiendo. No puedo volver a dibujarme una sonrisa y fingir que todo está bien. Ojalá nunca hubiera pasado. Ni siquiera recuerdo cuando empezó todo, ni porqué. Vuelvo a llorar por las noches sin ningún motivo. Vuelvo a lo de siempre, a la misma rutina de mierda. Lo peor es que nunca llego a acostumbrarme. He vuelto a construir un muro del que es imposible salir. Otra vez he vuelto a no reconocerme a mí misma. Echo de menos vivir experiencias que antes me llenaban.
Te echo de menos, mamá. Más de lo que crees. Sé que estás a mi lado para cualquier cosa. Siempre vas a estar apoyándome y dándome fuerzas, incluso cuando no hay esperanzas. Pero echo de menos hablar sin gritarte. Poder estar contigo sin preocuparme. Verte feliz, conmigo. Aunque no lo parezca me haces daño. Daño por saber que te lo hago a ti. Sufres por mi culpa. Ya has confiado tantas veces en mí... una detrás de otra. Siempre dices lo mismo: <<es como quién escupe hacia arriba y le cae en los ojos>>. Y yo siempre digo que soy capaz de conseguirlo. Que voy a cambiar. Que no quiero estar así, que no puedo... Y no consigo levantar cabeza. Lo peor es saber que cuando yo caigo, vienes tú detrás. Que cuando yo lloro, tú lo pasas peor. Que cuando me desespero, tú sufres. Sé que si yo salto, vosotros saltáis. Y si yo me rindo, vendréis con toda vuestra fuerza. Sé que serías capaz de decirme: <<siempre confié en ti, princesa>>.